martes, 27 de octubre de 2020

Las 10 actrices mejor pagadas del año 2020

LOS ANGELES.-La industria del cine fue una de las tantas afectadas por la pandemia del coronavirus.

Los ingresos bajaron considerablemente producto de la crisis sanitaria y eso se tradujo en menos ganancias para las estrellas.

La revista Forbes constató esto en la lista de las diez actrices mejor pagadas del mundo en 2020, donde se destacaron las artistas de la televisión por sobre la pantalla grande.

El prestigioso medio de economía y finanzas entregó el ranking actualizado entre las mujeres que más dinero ganaron este año y los números son elocuentes: las diez primeras cobraron un total de 254 millones de doláres en los 12 meses previos a junio, un 20% menos que en 2019.

Dado que muchas celebridades ganan bonos basados en el rendimiento de la taquilla de cine, las que más ganancias obtuvieron fueron las de series o programas de TV.

Las que mas ganaron fueron: Sofía Vergara: US$ 43 millones, Angelina Jolie: US$ 35,5 millones, Gal Gadot: US$ 31,5 millones, Melissa McCarthy: US$ 25 millones, Meryl Streep: US$ 24 millones, Emily Blunt: US$ 22,5 millones. Nicole Kidman: US$ 22 millones, Ellen Pompeo: US$ 19 millones, Elisabeth Moss | 16 millones de dólares y Viola Davis | 15,5 millones de dólares.

Vergara tuvo su mayor ingreso interpretando a Gloria en Modern Family de ABC, por la que ganó 500 mil dólares por episodio.

Además, comenzó como jueza America’s Got Talent, que le paga al menos 10 millones de dólares cada temporada.

Completa esas ganancias con acuerdos de patrocinio y licencias, incluida una línea de jeans en Walmart y muebles en Rooms To Go.

Jolie

La actriz, exesposa de Brad Pitt Angelina Jolie embolsó la mayor parte de su dinero por su papel protagónico en The Eternals, la próxima película de Marvel donde llevará el papel de Thena.

RD con la más alta tasa embarazadas muertas por Covid

SANTO DOMINGO.– La tasa de letalidad del Covid-19 en las embarazadas infectadas en el país supera en 5% el promedio consolidado de 14 países de la Región de Las Américas.

En República Dominicana el número de embarazadas fallecidas asciende a 16, equivalente a un seis por ciento sobre las 263 que se notifican contagiadas, según datos del boletín 214 del Coronavirus.

Esta cifra está por encima de la tasa promedio de 14 países de la Región de Las Américas, que al 22 de septiembre pasado era de uno por ciento, con 458 muertes de 60,458 casos confirmados del nuevo coronavirus entre mujeres embarazadas, de acuerdo al informe de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

Este segmento está en la lista de los grupos más vulnerables a sufrir la etapa crítica del virus, ya que en ellas se duplica el riesgo de caer en Cuidados Intensivos y necesitar ventilación mecánica más que en los demás.

El ginecobstetra Wilson Roa, explica que la compresión del diafragma, el estómago y el corazón que genera el crecimiento del bebé, reduce el espacio de los pulmones y como consecuencia la capacidad de ventilación natural hasta en un 10%. Además, que el embarazo dificulta el retorno de la sangre.

lunes, 19 de octubre de 2020

Seis de 10 mujeres sufren violencia en cuarentena

SANTO DOMINGO.-El gobierno estará cerca de la puerta del cambio cuando tenga como prioridad minimizar la violencia contra las mujeres dominicanas.

Así lo afirmó Soraya Lara, presidenta y fundadora del Patronato de Ayuda a Casos de Mujeres Maltratadas, al presentar la investigación “Impacto psicológico en las mujeres víctimas de violencia por sus parejas durnate el confinamiento por la COVID-19”.

En el estudio se indica que seis de cada diez recibió amenaza de muerte por sus parejas. Sin embargo, en un 72% no denunciaron a los agresores.

Dicho análisis evidencia que el 100% de las 51 mujeres entrevistadas manifestaron haber sufrido violencia psicológica, entre marzo y agosto. En las entrevistas a mujeres residentes de Higüey, Puerto Plata, San Francisco de Macorís, Santiago, Distrito Nacional y Santo Domingo Oeste, estas manifestaron haber sufrido violencia psicológica, un 74% notificó violencia física y el 56% violencia sexual.

Un 68% dijo ser objeto de violencia económico-patrimonial. Soraya Lara instó al gobierno a direccionar la política pública para reducir la violencia contra las mujeres, y destacó que la ONG que preside evidencia el daño a mujeres expuestas a violencia.

¿Por qué matan a las mujeres?

Como descendiente de las Hermanas Mirabal, símbolos de la lucha contra la violencia hacia las mujeres, hoy entiendo que mi perspectiva es privilegiada: desde niña he escuchado y aprendido sobre la violencia de género e intrafamiliar, la sutileza de la violencia psicológica, el perfil de un agresor, los celos patológicos, el círculo de la violencia, y las diferentes etapas de tranquilidad y apogeo violento de este tipo de relaciones. También había escuchado, como una fábula de la vida real, sobre el desamparo a las víctimas, la falta de educación, la ineficacia del sistema, la falta de recursos, la revictimización y el esfuerzo sobrehumano que conlleva dar seguimiento a un proceso penal de esta naturaleza, y demás obstáculos a la justicia preventiva y sancionadora de la República Dominicana. Estos se traducen en una epidemia de feminicidios y daños sociales irreparables, junto a otros factores.

Resulta que, por primera vez en mi vida, como abogada asumí la representación de una mujer víctima de violencia en manos de su ex pareja, ambos jóvenes y de un medio privilegiado. El ataque fue brutal, 13 lesiones en todo su cuerpo, privación de libertad por unas horas mientras su agresor la golpeaba y la amenazaba de muerte en un vehículo en movimiento, todo generado por celos. Dos días después de los hechos, la víctima se presentó a nuestras oficinas. Yo no podía creer lo que veían mis ojos, contando lo sucedido, ella se quitó el abrigo y vi sus brazos mordidos por detrás y llenos de moretones, lesiones que se extendían a su cara, hombros, cuello y manos; las imágenes del informe médico eran aún peores. En un ejercicio de prudencia profesional, limité mis reacciones ante lo sucedido.

Por suerte, la víctima sobrevivió al indicado ataque, y con apoyo de su familia y de sus abogados, decidió formalizar su denuncia y posterior querella. En un evidente estado de shock, ese día que nos reunimos manifestó que lo único que ella quería era que él no se le acercara nunca más, y en sus propias palabras “la dejara tranquila”. Recordemos que las víctimas de violencia de género se caracterizan por sentirse avergonzadas, humilladas, aterrorizadas, y los agresores muchas veces se caracterizan por ser manipuladores, mentirosos, orgullosos, e inmaduros. A las mujeres víctimas de violencia les toma tiempo asimilar lo vivido, y sobre todo, entender que son víctimas.

En este caso, y para nuestro pesar, de lo que la víctima no se salvó fue de la intimidación y violencia psicológica que sufriría durante el proceso por parte de su agresor y el círculo familiar y social de éste, así como de la condena social, críticas emitidas por quienes evidentemente no conocen -o no admiten- lo que es la violencia de género. Durante el curso del proceso muchas cosas sucedieron: a pesar de estar advertido de no acercársele, el imputado insistía en perseguir a la víctima, desacreditarla públicamente, la intimidaba apersonándose a los lugares frecuentados por ella. Se presentaba en su lugar de trabajo, su gimnasio, lugares de recreo, procediendo incluso un día, después de una de las audiencias de fondo, a presentarse con su abogado en donde se encontraba la víctima almorzando para sentarse frente a ella en un evidente ataque psicológico y clara amenaza contra una mujer que le tiene terror. Las medidas de coerción impuestas se mostraron siempre insuficientes para evitar los atropellos, y el Ministerio Público en ocasiones inexplicablemente incoherente; así entendí por qué matan a las mujeres.

El imputado, con perfil típico de agresor, y su abogado, trataron el caso como si se tratase de una lucha de poder y una forma diferente de abuso, sin arrepentimientos, sin remordimientos. Durante el juicio, más allá de leyes, doctrina y jurisprudencia, la defensa técnica del imputado, en la persona de su abogado titular, se basó en la misoginia y ataques personales a la víctima así como a sus abogados representantes, yo misma incluida. Esto era de esperarse, siendo el abogado defensor un conocido utilizador de medios reprochables, y particularmente afín de las redes sociales para sus chantajes y provocaciones, metodología muy alejada de la ética profesional que se le exige a nuestra profesión, sin que sea necesario abundar sobre este punto.

Mi reclamo no es legal, político, o personal, es general, es un llamado a la reflexión sobre un sistema defectuoso y una sociedad de mentalidad reprochable, pues esta vez, como abogada representante de una mujer víctima de violencia, se materializaron todos los clichés, todos los monstruos de los cuales escucho historias y que aparecen cada vez que veo que matan una mujer, la desaparecen o desfiguran para siempre, dejando niños huérfanos y familias rotas. Sí, es cierto, logramos una condena por violencia de género en primer grado, pero fue una victoria pírrica en la forma de una pena de dos años de prisión suspendida. En la última audiencia de fondo, el recién condenado por violencia de género, sale del tribunal en éxtasis, celebrando, y procede a un restaurante de la capital a embriagarse con su abogado, quien como era de esperarse, publica su “triunfo” en las redes sociales con una foto de los dos, quedando la misoginia e irresponsabilidad plasmadas en una imagen.

Durante mi vida he asistido a innumerables actos, conmemoraciones, misas, discursos y eventos, he escuchado a celebridades, políticos, expertos, funcionarios, legisladores, y juristas hablar de la violencia de género; he leído material infinito, he leído cientos de noticias de feminicidios, he visto cientos de fotos de mujeres asesinadas o desfiguradas en manos de su pareja o ex pareja, he visto fotos de huérfanos. Lamentablemente, hoy es el día que siento que son palabras vacías, que se esfuman en el aire con un Estado que invita a las víctimas de violencia a presentar sus denuncias, y luego las deja desamparadas y revictimizadas en todas las dimensiones posibles: no solo son víctimas de sus agresores, sino también del proceso penal, y mucho más importante aun, son víctimas de la condena social que muchas veces generan sus denuncias. La misma sociedad es hipócrita, pues sólo le importa cuando la mujer termina muerta o desfigurada. Peor aún, es incoherente el Estado que supuestamente prioriza la lucha contra la violencia de género e intrafamiliar, pero que cuenta con un aparato judicial laxo y benevolente con los agresores, conjuntamente con los demás actores que no garantizan la protección de la víctima, ni condenas efectivas y ejemplares de los culpables.


Por Adriana Fernández Campos